viernes, 24 de abril de 2009

FUNDAMENTALISMO EN ASIA PACIFICO: ESTRATEGIAS ASERTIVAS PARA LOS DERECHOS DE LAS MUJERES por Concha Pinós


El fundamentalismo podríamos definirlo como un acercamiento monolítico adoptado por movimientos que buscan su hegemonía y poder político, particularmente mediante el uso de la cultura, religión, etnia o el discurso nacionalista. Estos movimientos son distintos de otros movimientos que buscan la hegemonía del poder absoluto, en oposición a la pluralidad y diversidad, se caracterizan por la ausencia de debate y niegan la disidencia. En este contexto de cultura vs. religión basan los fundamentalismos su poder, es inevitable y fácilmente ejercido contra las mujeres, tanto en la regulación de sus cuerpos, roles, libertades como de sus derechos.


En referencia al binomio cultura/ religión o grupo étnico que basa su existencia en los fundamentalismos ha sido objeto de amplio debate en los grupos de derechos humanos de mujeres desde los 90. El contexto del fundamentalismo es una religión de leyes de familia, y en algunos casos, religión basada en leyes penales subordinando los derechos de las mujeres, así como la eliminación de las minorías. Históricamente, el fondo viene de la herencia colonial que eclipso los derechos constitucionales en el ámbito privado y la politización de la religión por las formaciones políticas de derechas.


En el inicio del s.XXI se ha hecho evidente que la religión no es el único lugar de hegemonía política. La seguridad nacional, el terrorismo y el neo-liberalismo, más visible después del 11 de septiembre, ha dado forma a los fundamentalismos de los derechos civiles, políticos y económicos- basados en una única verdad “enfoque de lo que es la “tolerancia”, “diversidad”, “diferencia” o “disidencia. Se aplicó el concepto de nacional a los fundamentalismos y las regiones asiáticas empezaron a reflejar el resultado de una política internacional, y la creación de una identidad basada en divisiones de “nosotros y ellos”. La lluvia más fuerte ha caído sobre los derechos humanos, en relación con los derechos de las mujeres especialmente. Que se han visto neutralizados por leyes que regulan la sexualidad y la familia, sobre todo después del 11-s, período que ha sido testigo de una escalada en la situación jurídica y extra jurídica de violaciones de las mujeres por agentes estatales y no-estatales. Actores no estatales que van desde los agentes económicos transnacionales a la cultura basada en la identidad religiosa. Las formaciones fundamentalistas han pisoteado años de duras luchas por los derechos de la mujer- en relación con las necesidades básicas, el trabajo, los valores y libertades fundamentales, el derecho tanto en lo público como en lo privado.


Esta reflexión sobre la región asiática, esta llena de interconexiones entre las diferentes formas de fundamentalismo, el impacto en las mujeres y la necesidad de adoptar estrategias que emponderen los movimientos y organizaciones dirigidas por mujeres. La situación de las mujeres, sus derechos y desarrollo en la región de Asia- Pacifico nos sitúa frente a la necesidad de comprender las realidades complejas en el contexto de la globalización neoliberal, la militarización y el fundamentalismo.


Estas tres grandes tendencias mundiales se han fusionado con el patriarcado para constituir nuevos patrones de subordinación y opresión de las mujeres en la región. Las dos últimas décadas, más o menos han marcado el inicio de la globalización neoliberal en Asia y Pacifico, hemos visto aparecer grandes islas de riquezas y privilegios, junto con desplazamientos a gran escala de las zonas rurales a las ciudades, millones de desplazados internos frutos de las guerras o el cambio climático, la perdida de hábitats y medios de vida tradicionales, la gran escalada de migraciones intra-nacionales, el tráfico humano, el empobrecimiento. El modelo de Estado ha facilitado esta evolución y se ha vuelto a dar primacía al mercado, generalmente por medio de corporaciones transnacionales, mientras que se ha destruido las pequeñas economías locales. Se ha reforzado la seguridad interior, el desarrollo de un estado de control en aras a la prevención del terrorismo. La ley y el orden se han impuesto. ¿Pero que orden proponen?


El posicionamiento de los derechos humanos de las mujeres esta íntimamente relacionado con estos hechos. El activismo de género en la región se ha enfrentado a retos adicionales con posterioridad al 11-s. Este período se ha caracterizado por el aumento del poder estatal e internacional, la lucha contra el terrorismo ha facilitado la globalización de la opresión, junto con la aparición de agentes no estatales transnacionales que han promovido peligrosas alianzas entre la cultura y la religión basadas en el fundamentalismo.


La famosa “guerra contra el terror” ha dado lugar un enfoque muy particular en relación a la situación de las mujeres en sociedades tradicionalmente pacificas, lo que ha contribuido no solo a estigmatizar a las mujeres sino también a su cultura. En el plano nacional, los movimientos de mujeres y redes civiles de apoyo se han enfrentado con las amenazas de ser etiquetados como agentes Pro-occidentales, o anti-nacionales o de contra-culturales o anti-patrióticas cuando protestaban por las violaciones de los derechos humanos. Del mismo modo las relaciones desiguales de poder entre comunidades mayoritarias y minoritarias dentro de una nación- Estado han reducido a las mujeres a espacios de debate y concurso cultural y ampliado las formas de dominación dentro de las minorías. Estos desafíos han obligado a los movimientos de las mujeres en la región ha hacer un balance y volver la vista a los derechos básicos de las mujeres para hablar de la creciente relación entre la explotación de genero nacional e internacional. ¿Qué desafíos plantean los fundamentalismos en su intersección con la globalización y el militarismo? ¿Cuál es el impacto que tienen sobre la democracia y la pluralidad en Asia- Pacifico?


Es importante tener en cuenta las similitudes en los movimientos fundamentalistas que usan las políticas de identidad basadas en la religión, el origen étnico y el nacionalismo- por separado o en combinación con otros. Cuando hablamos de “islamofobia” o de “guerra contra el terror” creíamos que era especialmente importante la similitud de cualquier forma política que se le da a la identidad cultural, ya sea por motivos de religión, u origen étnico en relación con la movilización, la intención, la política y el impacto sobre la vida de las mujeres. Si bien la fusión y la creación de comunidades a lo largo de las minorías étnicas, religiosas o étnicas no son nuevas, la identidad fundamentalista como proyecto es diferente, porque parte de una construcción estática, homogénea y excluyente de las identidades con el objetivo político de acceder al poder absoluto. Su programa político es forjar de manera absolutista la creación de identidades que han de cumplir un objetivo


Tenemos que distinguir entre la política de la identidad de proyectos fundamentalistas y los movimientos de la política de la identidad que han cuestionado la exclusión y la discriminación basada en la clase, etnia, sexualidad o género. El último ha tratado de impugnar las ideologías dominantes y abierto las estructuras de la afirmación de la diferencia y la diversidad, para crear una sociedad más inclusiva. En contraste la política de la identidad cultural de proyectos a menudo ha sido hegemónica y de exclusión- postular un aspecto como definición de la identidad de toda la comunidad independientemente de las diferencias en los elementos comunes de los otros. Aunque aparentemente pretendan revitalizar la identidad cultural, los proyectos que alimentan el fundamentalismo no son una afirmación de la tradición, la religión o la cultura. Más bien estos se trata de proyectos políticos que utilizan todos los recursos modernos (como los derechos o los media), la lengua, cultura o religión para servir a sus hegemónicos objetivos.


La identidad fundamentalista contemporánea como proyecto debe considerarse en el contexto de los efectos de la economía neoliberal de mercado en la región. La agudización en la lucha por los recursos naturales (la tierra, los desplazamientos a gran escala, la migración, la degradación medioambiental), ha hecho que millones de personas se empobrezcan más y más perdiendo sus derechos económicos, sociales y políticos. El resultado a largo plazo de las privatizaciones de la tierra, la bancarrota política, la alienación cultural, la depresión psicológica en las zonas de conflictos y el vacío espiritual hace que las personas vulnerables o afligidas voten u opten por respuestas populistas dadas por partidos o propuestas fundamentalistas que provienen de grupos o gobiernos en la sombra poderosos.


A nivel mundial, la islamofobia y la “guerra contra el terror” han creado las condiciones ideológicas para la polarización de las comunidades, y naciones en el “nosotros contra ellos” y constituido condiciones políticas propicias a la militarización y la erosión de la democracia. La economía política de estos acontecimientos, sin embargo, transnacionales que se basa en el control de los recursos naturales (a través de la guerra o la cooperación económica), han otorgando beneficios enormes a las transnacionales de la droga, las armas, favoreciendo la transferencia y canalización de recursos financieros y humanos para proyectos de identidad fácilmente combustible. Estas tendencias mundiales deben computarse en el ámbito de la comprensión del por qué los fundamentalismos de la región han ganado terreno en este periodo. Igualmente, es necesario subrayar la necesidad de tener en cuenta todas estas cuestiones como parte de la agenda de los derechos de la mujer para luchar contra los fundamentalismos.


Bajo ese punto de vista la identidad cultural basada en el fundamentalismo es análoga a la globalización neoliberal y la militarización, en tanto en cuanto que cada uno de estos intolerantes de la pluralidad, la diferencia, el debate o el disenso se encuentran. Cada uno de ellos es fundamentalista en la medida en que se basa en criterios absolutos monolitos y da respuestas cerradas. La consecuencia más inmediata es la erosión de las democracias- largamente conquistadas en Asia- Pacifico en algunos casos-, y la tala del poder político de las mujeres. Se construye un “ideal de mujer”, que se fundamenta en una política hegemónica que estigmatiza y excluye a aquellos que quedan fuera del paradigma dominante. Esto se manifiesta a través de privilegiar el papel ideal de un modelo para las mujeres, un órgano ideal, y lo más importante la regulación de su sexualidad. Esto es claramente resultado de discriminación y violencia contra las mujeres que no se ajusten a ella, así como de los miembros de comunidades minoritarias con diferencias sexuales. La denigración de los “otros” en sus comunidades se realiza a través de la violencia sexual en contra de “su “mujer y la “criminalización de las perversiones sexuales”, los crímenes de honor, las violaciones a las niñas y mujeres como trofeo de guerra.


Las complejas dimensiones de los fundamentalismos requieren respuestas por más inviables que parezcan. La interacción de las fuerzas internas o externas con las comunidades, las transnacionales, las intersecciones multidimensionales ha dado lugar a una serie de estrategias por los grupos de mujeres que esta conduciendo progresivamente a una interesante reflexión. Los movimientos progresistas, pacifistas y grupos religiosos las están tomando como modelo de resolución de conflicto en los entornos fundamentalistas. El hilo común de todas esas estrategias se orientan hacia la democracia, el multiculturalismo, laicismo, la afirmación de la democracia a través de la ley y las instituciones del Estado. En el ámbito privado de la cultura y la religión también ellas están llevando iniciativas similares para promover la democracia que se esta llevando a cabo, iniciando un hermoso debate que promueve la pluralidad de opiniones y practicas. Estas diversas estrategias se pueden enmarcar en las siguientes categorías:

- Asertividad democrática, paz y universalidad de los derechos humanos.

- El rol de la ley, constitucionalismo versus cultura basada en la pluralidad de sistemas legales

- Reinterpretación de los textos- y trabajo desde la perspectiva de genero

- Emponderamiento político de las mujeres como modo de construcción de capacidades frente al fundamentalismo

- Dialogo interreligioso

- Multiculturalismo


Si bien las mujeres pueden ser el primer objetivo y el más importante a la hora de trabajar la deconstrucción del fundamentalismo y la identidad cultural, la política pude hacerlas crecer más allá de sus fronteras, fortaleciendo la democracia , abriendo espacios de debate y participación. La agenda de los derechos de los mujeres en la región de Asia- pacifico debe de ir más allá de la propia intersección de las violaciones para hacer frente a las preocupaciones y orientarse a la movilización democrática participativa de las mismas. Por ellos es importantisimo apoyar proyectos políticos y sociales de mujeres en la región Asia – Pacifico y tomarlas como modelo de liderazgo emergente comunitario.