Miles de actos por todo el mundo piden la liberación de la Premio Nobel en su 65 cumpleaños
GEORGINA HIGUERAS - Madrid - 17/06/2010
El símbolo de la resistencia birmana, cumple hoy, encerrada entre los muros de su casa de Yagún, la antigua capital, 65 años. Aung San Suu Kyi, conocida como la Mandela de Asia, no podrá asistir a ninguno de los miles de actos organizados por el exilio birmano en los cuatro continentes. Aislada del mundo, la premio Nobel de la Paz defendió el derecho de su pueblo a "no votar" en las elecciones organizadas por el régimen militar.
La Junta militar, que aplasta con bota de hierro cualquier intento democrático en el país, está preparando unas elecciones para octubre a las que Suu Kyi no tiene autorización para concurrir. "El pueblo tiene derecho a votar, pero también lo tiene a no votar", dijo Suu Kyi el viernes, durante la única reunión semanal que se permite a la dirigente política con su abogado Nyan Win.
Mientras tanto, Myanmar, como la Junta renombró Birmania, languidece sumida en el aislamiento impuesto por los militares y la desesperanza occidental hacia una eventual apertura. El fracaso de la llamada Revolución del Azafrán (2007), por el color de los hábitos de la monjes budistas que recorrieron el país a pie pidiendo democracia, mejores condiciones de vida para los ciudadanos y lucha contra la corrupción, alejó a los turistas, los únicos contactos que los birmanos tenían con el exterior. Se teme que este año no lleguen ni a 250.000, lo que supone otro duro golpe económico para la población, una de las más pobres del mundo y aún castigada por los devastadores efectos del ciclón Nargis (primavera de 2008).
La Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido que la Nobel de la Paz dirigía desde su regreso a Birmania en 1988, se disolvió el pasado mayo cuando decidió no registrarse sin su líder para las próximas elecciones. Hasta el momento, nadie ha hecho un llamamiento abierto al boicot de las elecciones, aunque tanto Aung San Suu Kyi como otros dirigentes de la desaparecida LND han dejado claro que esas elecciones no podrán ser "ni limpias, ni libres, ni democráticas".
El régimen, sin embargo, sigue adelante con sus planes y ya tiene registradas 32 formaciones políticas, incluido el gubernamental Partido del Desarrollo y la Unión Solidaria. La Junta considera que con los votos se cierra el proceso de normalización, iniciado en 2008 con la aprobación de una Constitución que entrará en vigor con la elección del nuevo Gobierno y que la oposición denuncia porque "perpetua el régimen militar, legitima la subyugación de las nacionalidades étnicas y amenaza los derechos humanos básicos de los birmanos".
Suu Kyi se ha convertido en el icono mundial de la resistencia civil por llevar desde 1989 sufriendo condenas que intermitentemente la encierran tras los barrotes de las cárceles birmanas o los muros de su casa. Al frente de la ahora desaparecida LND, en las únicas elecciones libres habidas en Birmania desde el golpe militar de 1962, Suu Kyi logró hacerse con el 82% de los escaños del Parlamento, pero los militares jamás reconocieron los resultados y un nuevo golpe acabó con las aspiraciones del pueblo y con el más mínimo resquicio de libertad.
Hija del general Aung San -héroe de la independencia birmana aunque no llegó a disfrutarla porque le asesinaron poco antes de instaurarse la República-, la Premio Nobel de la Paz de 1991 había regresado a su tierra en 1988 para cuidar a su madre moribunda pero la agitación social y las ansias de apertura que percibió entre los jóvenes birmanos la llevaron a ponerse al frente del movimiento que soñaba con democratizar un país de 53 millones de habitantes y multitud de etnias y lenguas.
El viernes pasado, durante la reunión mantenida con su abogado, Aung San Suu Kyi no quiso pronunciarse "por falta de información suficiente", sobre el supuesto programa nuclear birmano. A primeros de este mes de junio se hizo público un informe realizado tras cinco años de investigación, por un grupo antigubernamental en el exilio, que tiene su sede en Noruega, la Voz Democrática de Birmania (DVB, en sus siglas en inglés), que sostiene que la Junta militar está intentado desarrollar un programa clandestino nuclear con la intención de fabricar armas atómicas.
Desde Barcelona a Nueva Delhi, pasando por Washington y Bangkok, decenas de miles de exiliados birmanos celebran estos días con distintos actos y protestas los 65 años de esta dama de aspecto delicado y voluntad de acero. La oposición a las elecciones de octubre ha unido a la mayoría del exilio en un movimiento a favor de los derechos étnicos y la democracia, denominado Diez Alianzas de Birmania.