jueves, 17 de junio de 2010

EL ESPACIO PÚBLICO DE LAS MUJERES por Concha Pinós


Todas somos recién llegadas a algún sitio. Todas hemos tenido que luchar por conquistar un espacio en la vida, porque el espacio no te lo regala nadie. El hombre ha tenido más fácil históricamente el espacio público y la mujer ha tenido que hacer meritos para tener cargos. Ahora que tenemos un gran debate en nuestro país sobre el uso de prendas como el velo, las cuotas de participación política o la crisis de los dirigentes quisiera compartir una reflexión que hace mucho tiempo vengo haciéndome.

El espacio público parece a priori pertenecer sólo a aquellos que tienen derecho al voto, aunque aquellos que tienen derecho la mayoría de las veces no lo ejercen y lo delegan- lo subcontratan a individuos que aman más el poder que el servicio al pueblo-. La representación política del espacio público en un sistema democrático no es simplemente una cuestión estética sino ética, un acto de justicia.

Los instrumentos para pensar las sociedades globales se me antojan insuficientes para poder comprender e incluir un mundo globalizado del siglo XXI. Parece que estamos debatiendo iconos de la Edad Media. Tanto en la representación de los unos como de los otros. Si pienso en como encontrar elementos que nos unan desde la perspectiva de la humanidad del siglo XXI, quiero ir un poco más lejos.

La inclusión de las mujeres desde la política y desde el espacio público forma parte de la construcción de una ciudadanía activa, que representa sin duda las bases de una renovación democrática basada en las diferencias más que en la homogeneidad patriarcal de blancos de ascendencia europea. Democracia, igualdad, derechos humanos pueden parecer palabras gastadas, olvidadas y quizás por eso al observar la realidad del autoritarismo, la desigualdad y la injusticia de imponer o poner el uso del velo o de cualquier otra prenda a la mujer, parece que no estamos intentando crear formas de convivir sino de lucha.

Desde la ecología, el pacifismo al feminismo, el movimiento de las mujeres global incorpora formas de tratamiento de la resolución de los conflictos que constituyen en si mismos formas alternativas a la lógica del poder que rige actualmente el mundo: economía, política, cultura y espacio público. La inclusión de “las otras”, o de las que eran como “nos-otras” y ahora son “otras” va más allá de la legislación o la persecución de las mujeres que “desobedecen”, va más allá de los movimientos ocultos patriarcales que al final quieren dominar el proceso de las mujeres en uno u otro sentido. Se trata de que las mujeres mediante un debate interno “las otras y nos-otras” se incorporen como sujetos presentes y no subordinados.

Hoy en nuestro país es más necesario que nunca el ejercicio de la participación política ciudadana de las mujeres, es una necesidad democrática y síntoma de modernidad. En los países donde las mujeres sufren discriminación y abusos de derechos, donde el patrón del autoritarismo es imperante: una imposición unilateral desde el “orden natural” desde el Estado a las mujeres y a la sociedad. Pero la democracia es el orden consensuado pluralmente por diferentes actores sociales, la democracia es inclusiva. Si no somos capaces de incluir a “los otros”, los que fracasamos somos “nos-otros”. ¿Cómo podría estar pidiendo participación política de las mujeres en nuestra sociedad cuando estamos excluyendo el derecho a su imagen publica?

Si el Estado, la democracia o la sociedad civil española es incapaz de procesar las nuevas mujeres- con todas sus diferencias-, entonces esas nuevas mujeres y sus grupos de referencia que representan buscaran otros escenarios y otras formas para su canalización. La democracia debe de expresar la representación de todos. ¿Cuál es el modelo de ciudades y de sociedad que hemos ido creando desde hace 30 años en nuestro país? ¿Cuál es el modelo de paz, seguridad y desarrollo que hemos practicado con terceros países para superar las cuotas de pobreza e injusticias sociales?

A principios del siglo XX en España, se planteó como modelo de modernidad la Republica , la democracia, el liberalismo, el fin de los privilegios de la monarquía, la igualdad legal de las mujeres. Después llego la dictadura, la esclavitud, la represión y el olvido de toda una serie de valores conquistados arduamente por nuestras abuelas. Con el nacimiento de nuestra joven democracia hemos vuelto a retomar nuestros principios laicos y de convivencia. Hemos hecho un ejercicio que otras jovenes democracias del mundo no han podido con el.

Las ciudadanas modernas tenemos obligaciones y derechos. El derecho a decidir la propia manera de vestir, sentir o expresar nuestra libertad. Pero el ejercicio de esos derechos tienen que darse en un marco de libertad, consenso y concordia para el conjunto de la sociedad, y todo eso esta lejos de ser cumplido, aunque probablemente sea la lucha que mas difícil: la conquista de la armonía social y la felicidad para todos.

Hemos olvidado la solidaridad y la hemos sustituido por consumo, por competitividad, por abandono a nuestras comunidades, familias, parejas y por una sociedad basada en un no-compromiso. Fluidamente des-comprometida, o solo comprometida con “las causas justas”.

¿Qué quieren las mujeres ahora en política del espacio público?. Los estudios de la economía no reflejan nuestro anhelo, solo nos dan cifras de producción domesticas, violaciones, muertas o salud reproductiva. Es muy interesante observar bajo que tipos de indicadores se nos analiza.

Con la caída del muro de Berlin y hasta el 11-M, ha habido ya suficientes indicios de que es necesario reformular el paradigma para un mundo mas justo, para todos.. también para las mujeres. Tenemos que ser capaces de responder a la multiplicidad de intereses de las mujeres en España, es cuestión de repensar el poder y reclamar una redistribución del mismo con perspectivas plurales, autónomas, abiertas a la posibilidad de influir en los recursos y acciones para el cambio de paradigma.

La renovación democrática del uso del espacio público para las mujeres es urgente y necesaria. Los signos son claros. No hay que prohibir, hay que buscar propuestas alternativas generadas desde la sociedad civil. En esa perspectiva de trabajo: igualdad, democracia y ciudadanía es como se construye el mundo en paz, y lo contrario es la guerra.

¿Cómo podemos superar creativamente la huella de lo masculino como forma autoritarista en los paradigmas del derecho de expresión del espacio público y la ciudadanía? ¿Cómo hacer para que todos estemos representados sin conflicto? ¿Cómo superar las injusticias sociales de base, ni la cultura autoritaria que impide de base que la mujer se exprese? ¿Cómo se pueden desarrollar relaciones más equitativas entre la municipalidad y los recién llegados o los diferentes? ¿ Que tienen que hacer los gobernantes cuando tienen poder político y no saben nada de dialogo multicultural?.¿ En que consiste profundizar en la justicia, la libertad y la democracia?

No tengo respuestas para todo, pero quizás en un futuro cercano seamos capaces, plásticamente y creativamente de encontrar algunas. Ojala que todo el mundo pueda ejercer su derecho a la ciudadanía global de una manera libre y en paz.