miércoles, 27 de mayo de 2009

HRW pide a la ASEAN que presione a la Junta birmana para que termine con los abusos de los rohingyas


Los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) deben presionar a la Junta Militar que gobierna Birmania para que termine con los abusos sistemáticos de los musulmanes rohingya y para proteger a aquellos que huyen de sus costas, según manifestó hoy en un informe la organización defensora de los Derechos Humanos Human Rights Watch (HRW), quien añadió que la ASEAN ha fracasado a la hora de manejar el sufrimiento de los rohingya de manera adecuada.

El informe de HRW examina las causas del éxodo de la minoría rohingya desde Birmania y Bangladesh, y su tratamiento cuando llegan a los países del sur de Asia. La persecución y las violaciones de los Derechos Humanos contra ellos en Birmania, especialmente en el estado de Arakan, persisten desde hace 20 años, con una atención internacional insuficiente, señala HRW. Entre los abusos que se cometen contra ellos, las muertes extrajudiciales, los trabajos forzados, la persecución religiosa y las restricciones de movimiento, todos exacerbados por una ley de ciudadanía draconiana que deja a los rohingya como apátridas, denuncia la organización.

"El tratamiento de los rohingya en Birmania es deplorable, la Junta birmana no sólo les niega sus derechos básicos sino también la ciudadanía birmana", declaró la subdirectora para Asia de HRW, Elaine Pearson. "En vez de eludir el problema, la ASEAN debe presionar a la Junta Militar birmana para que termine con sus prácticas brutales", añadió.

Todo esto, junto con la pobreza crónica, ha empujado a muchos rohingya a huir al vecino Bangladesh, donde los niveles de vida en campamentos de refugiados siguen siendo primitivos. Desde Bangladesh, cada año miles de hombres rohingya pagan para huir a Malasia a través de otros países. Algunos huyen por salvar sus vidas, mientras que otros son migrantes económicos que intentan alimentar a sus familias. Debido a que carecen de documentación oficial, viven con el miedo persistente de que les arresten y que se produzca una posible repatriación a Birmania.

El pasado mes de enero, las cámaras capturaron las imágenes de frágiles barcos cargados de rohingyas que llegaban a la zona sur de Tailandia e Indonesia. Las fotos, que mostraban a los buques de la Marina tailandesa llevando a los barcos a mar abierto para disuadir de nuevas llegadas, dio prominencia internacional a la cuestión. A finales de 2008 y principios de 2009, el número de rohingyas que salieron de Bangladesh y Birmania se estima en 6.000, el doble que el año anterior.

También se teme que hayan muerto decenas como resultado de la política de "repulsión", señala HRW. Algunos de los supervivientes que alcanzaron Indonesia o las islas indias de Andaman describieron cómo el personal de la Marina birmana que interceptó su barco en mar abierto les torturó y golpeó, añade la organización.

Los líderes de la ASEAN han admitido que se necesita una solución regional para dirigir este éxodo anual. Mientras, los responsables birmanos niegan que los rohingya procedan de Birmania, pero señalan que aceptarán a cualquier "bengalí" que pudiera demostrar su ciudadanía birmana.

"La inercia colectiva de la ASEAN sobre el sufrimiento de los rohingyas es una mancha en su reputación", manifiesta Pearson. "La inacción de la ASEAN también manda un claro mensaje a los generales de Birmania de que su persecución puede continuar", señala.