miércoles, 17 de diciembre de 2008

Crónica Birmania.- El tráfico de menores en Birmania podría haber aumentado tras el paso del ciclón 'Nargis

A la espera de que Birmania se recupere de los devastadores efectos del ciclón Nargis, las organizaciones humanitarias temen que, a pesar de que las estimaciones indican lo contrario, pueda haberse registrado un incremento en los casos de tráfico infantil en la región.

Este delito es habitual en Birmania, donde los niños secuestrados suelen ser enviados a países vecinos, como Tailandia, donde se les obliga a trabajar como vendedores callejeros, empleados del hogar o en la construcción, la pesca y la industria del sexo, según informaron organizaciones no gubernamentales. Son tantos los secuestrados que, ahora mismo, los niños birmanos conforman la mayor parte de la población infantil extranjera detenida en los centros de inmigración, según informó el Gobierno tailandés.

Pero de momento, y aunque los expertos advierten de que aún no es posible contar con cifras exactas, los últimos informes sobre la situación de los menores no demuestran un aumento en el número de menores destinados a trabajos forzados. "No tenemos constancia de un incremento en el tráfico infantil", declaró el portavoz de UNICEF para Tailandia, Mark Thomas, a la agencia de información de Naciones Unidas, IRIN.

"Si se dieran tales informes, yo tendría cuidado a la hora de usarlos, ya que no existen cifras concretas sobre el número de personas que estaban traficando de manera habitual antes del paso del ciclón", añadió.

Pero en la zona fronteriza de Mae Sot, "el tráfico infantil y de mujeres es una cosa diaria", aseguró la fundadora de la ONG Acción Social para las Mujeres, Aye Aye Mar. Su grupo otorga asilo y educación para las mujeres y niños birmanos. "Recientemente hemos visto a un grupo de 100 mujeres procedentes de la región afectada por el ciclón que estaban siendo transportadas por contrabandistas, pero de momento no tenemos constancia de niños", añadió Aye Aye.

Así que, de momento, cualquier información referente al tráfico infantil en la región del delta del Irrawaddy parece puramente anecdótica, salvo siete casos aislados detectados el pasado verano, algunos de ellos relacionados con el contrabando de niños, según investigó una ONG. No implica un aumento del tráfico, pero sí la amenaza de que pueda existir más riesgo de secuestros. "El momento en el que los niños corren más peligro es en el momento en el que son separados de sus padres y de sus cuidadores y ese ha sido el caso de algunos niños al paso del ciclón 'Nargis'", declaró un voluntario bajo condición de anonimato.

Y estos riesgos crecen todavía más cuando las familias viven en la pobreza y se ven obligadas a aceptar un trato vejatorio para conseguir algo de comer.

EN BUSCA DE TRABAJO

La localidad de Mae Sot se encuentra en la ruta principal hacia Birmania a través de la frontera tailandesa en la ciudad de Myawaddy, un punto clave en los movimientos migratorios y en las rutas de tráfico entre Birmania y Tailanda.

Myawaddy acoge a más de 80.000 birmanos, siendo la localidad tailandesa que más birmanos alberga, concentrados en nueve campos de refugiados, y probablemente a la principal concentración de organizaciones humanitarias relacionadas con Birmania.

Estas ONG son testigos de primera mano del funcionamiento del tráfico de niños. Figura clave de este proceso es la del contratista laboral, que distribuye carteles, panfletos y camisetas en las que se anuncia trabajo en el extranjero con transporte gratuito y salarios elevados, teniendo en cuenta que el salario anual de un birmano no alcanza los 250 dólares.

Estos contratistas ofrecen sus servicios a las familias más pobres, a las que recomiendan que vendan a sus hijos a cambio de dinero en metálico. Los niños posteriormente viajan a Tailandia para trabajar o para ser obligados a prostituirse.

NIÑOS EN PELIGRO

"Una vez que las familias llegan aquí, a Mae Sot, sus hijos se convierten en blanco de los traficantes", declaró un trabajador humanitario.

"Sucede por un par de razones. Primero, porque sus padres trabajan todo el día y no pueden cuidar de ellos, por lo que los niños son más visibles para los traficantes. En segundo lugar, la familia necesita dinero", explicó.

"En las familias más pobres es normal que los niños trabajen. Así que cuando llega uno de estos contratistas y les ofrece 40 dólares al mes a cambio de que sus hijos vendan flores en Bangkok, las familias no entienden que se trate de tráfico humano", añadió.

Evidentemente, muchos contratistas se limitan a pagar los dos primeros meses y después rompen el contacto con las familias, quienes jamás vuelven a ver a sus hijos, quienes "son tan pequeños que generalmente no pueden recordar de qué localidad proceden y no saben cómo contactar con su familia o pueblo si en algun momento consiguen escapar de los contratistas", prosiguió Aye Aye.

La clave para luchar contra el tráfico infantil pasa por educar a las familias de inmigrates y a las comunidades vulneradas por el paso del ciclón sobre los peligros de traficar, sobre los trucos y las falsas promesas de los contratistas. Y, como apoyo, es imprescindible la colaboración de las instituciones,

"Algunos de los métodos más efectivos en los que hemos trabajado pasan por la intervención de los funcionarios públicos, a los que se les especializa en este tipo de problemas para que sean más conscientes de los temas asociados y de cómo combatirlos", indicó. "Pero si no encontramos soluciones para ayudar a que la población más vulnerable pueda ganarse el sueldo y reconstruir su vida, seguirán siendo un grupo altamente vulnerable ante la incidencia del tráfico infantil", agregó.