Cuando te adentrás tanto en el alma y la vida de los birmanos, puedes llegar a enamorarte tanto de esta gente como la pantera se enamora de la selva. Quizás eso fue lo que vivió Pablo Neruda cuando de noche sentía los abrazos de su inesperado amor bimano. La increible Josie Bliss que así se llamaba la mujer, se fue hasta su casa, viajó desde la lejana Birmania, y como creía que el arroz solo existia en el Delta del Irrawaddy, se llevó un saco a cuestas; tambien llevaba sus discos favoritos y una alfombra. Neruda me enseño en " confieso que he vivido" a amar a Birmania.
Los que amamos Birmania hemos sido tocados por la garra de la pantera birmana de Neruda. Es como pretender abandonar un barco cuando ya ha zarpado. Lo vivido en Birmania se lleva adquirido como una cicatriz imborrable, como un dolor silencioso y turbulento, a veces acompañado de lagrimas terribles que vienen rodando sobre los rostros enharinados de tanaka, todo eso continua en la memoria. Mientras intentamos expresar, defender y proteger un pueblo de la sinrazón y el oprobio de unos " egoistas ignorantes"
Neruda viajó a Oriente entre 1927 y 1931. El tiempo mostró luego el influjo del poeta y su permanencia en Birmania. Gran parte de los primeros poemas de " Residencia en la tierra" fueron escritos allí en la soledad más absoluta.