El cambio climático agravará la situación de los niños menos favorecidos. «Nuestro clima, nuestros niños, nuestra responsabilidad» es el último informe de Unicef que estudia el impacto del cambio climático sobre los más pequeños. El resultado no puede ser más desalentador para los niños de los países menos desarrollados, ya que millones de menores en todo el mundo se verán muy afectados.
Entre 40.000 y 160.000 muertes al año de niños podrían sumarse a las que sufren África subsahariana y Asia por culpa del impacto del calentamiento global en sus economías y crecimiento, mientras que 200 millones de personas se verán abocadas al hambre si la temperatura sube dos grados; 550 millones de personas si el aumento es de tres grados.
El impacto del cambio climático en las economías más pobres obligará a muchas familias a sacar a sus hijos del colegio, donde en muchos casos reciben la única comida del día, para ayudar en el mantenimiento familiar, como a la hora de conseguir agua o combustible. El cambio climático también propagará la malaria, que en la actualidad afecta a 800.000 niños al año, a zonas hasta ahora no afectadas.
Es importante, por tanto, que seamos conscientes de que el cambio climático es un problema global que nos afecta a todos, y aceptemos nuestra cuota de responsabilidad compartida, ya que con la mayoría de decisiones que tomamos en nuestra vida diaria podemos ayudar a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera.
Una tragedia como la de Birmania, donde la ONU calcula que son mayoría niños los que se encuentran entre más de cien mil muertos, en cientos de miles los heridos, y en millones los desplazados, puso a aquella dictadura en el mapamundi para el resto de los ciudadanos del planeta.
Las enfermedades de transmisión por el agua contaminada, como el cólera, amenazan con agravar el sufrimiento de uno de los países más pobres de la Tierra, malgobernados por una tiranía militar sangrienta. Impidiendo la entrada de equipos de saneamiento, agua y alimentos pretenden impedir también que la comunidad internacional pueda fisgar en esa inmensa cárcel de tortura en que han convertido Birmania.
Estoy de acuerdo con los gobiernos de Alemania y Francia en que va siendo hora de revisar ciertos conceptos del derecho internacional. ¿Podemos seguir manteniendo que debe prevalecer el derecho a la no injerencia en los asuntos internos de los regímenes corruptos sobre el derecho a la justicia de los pueblos oprimidos?