jueves, 3 de septiembre de 2009

La bomba atómica por Arnau Gómez











A pesar de que un conflicto nuclear es menos probable hoy, el peligro todavía existe.

Afortunadamente desde la guerra fría la probabilidad de un conflicto nuclear ha disminuido sustancialmente. Pese a esto, a diferencia de las otras armas de destrucción masiva -biológicas y químicas- las nucleares todavía no han sido prohibidas por ningún tratado internacional, los arsenales acumulados principalmente por los EE.UU y Rusia son todavía descomunales, y el Tratado de No Proliferación (TNP) ha fracasado parcialmente puesto que no ha evitado el incremento de países que poseen este deplorable armamento. Por lo tanto, el peligro sigue existiendo.

Después de unos años de parálisis total en el camino hacia su abolición, ahora se entrevén algunos hitos que invitan a un moderado optimismo. Por una parte el nuevo presidente de los EE.UU tiene un discurso público radicalmente opuesto al de su predecesor, el cual ha sido explicitado recientemente de manera solemne en Praga y Moscú. Además, otras Cabezas de Estado que poseen este armamento también han hecho ofertas no menos bienintencionadas. Claro está, las palabras no son hechos, pero son imprescindibles por conseguirlos.

Por otra parte, tenemos muy cerca dos fechas trascendentales. Este diciembre expira el tratado bilateral START-I y pese a que no se espera un nuevo texto especialmente ambicioso, sí que es posible una reducción significativa de los arsenales rusos y de los EE.UU. Posteriormente, en mayo del 2010 se celebrará la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación (TNP), que viene precedida por el malestar de muchos estados no nuclearizados por los nulos adelantos a las conferencias anteriores. En esta ocasión, o se consigue acordar una disminución notable de los stocks de los países nuclearizados, o se corre el riesgo de que nuevos países se planteen reiniciar programas nucleares. Para que esto no pase será imprescindible la firmeza de los estados no nuclearizados y, como siempre, que la sociedad civil se vuelva a movilizar con la exigencia de abolir el más execrable de los inventos de la humanidad.

El objetivo final está todavía lejos, pero es posible que estemos ante un periodo de adelantos esperanzadores.