lunes, 28 de septiembre de 2009

Paz, Democracia y Prosperidad para Birmania, secretario Gral de Naciones Unidas- Ultimo informe de Derechos Humanos , agosto 2009


En el próximo año, Birmania pasará por un momento importante en su proceso de transición política, ya que el Gobierno se prepara para sus primeras elecciones en 20 años. Aunque es probable que éste sea un momento incierto y lleno de desafíos, también ofrece importantes oportunidades de promover cambios para hacer que Myanmar sea un país pacífico, democrático, próspero y unido. Este momento también coincide con una reflexión renovada, entre la comunidad internacional, sobre la eficacia de las políticas actuales hacia Myanmar y una búsqueda de otras más eficaces. Mi segunda visita en poco más de un año ofreció, por tanto, la
oportunidad de transmitir al Gobierno y a la población de Myanmar las inquietudes, las expectativas y el aliento de la comunidad internacional, y extender el apoyo de las Naciones Unidas para hacer frente a los múltiples desafíos ante los que se encuentra el país.

Mientras el Gobierno de Birmania continúa su proceso político de aplicación de la guía, es importante alentarle a que adopte las medidas necesarias para aumentar al máximo las oportunidades que esta transición puede ofrecer para abordar las dificultades a corto, mediano y largo plazo ante las que se encuentra el país y mejorar las relaciones de Myanmar con la comunidad internacional en general. En este contexto, me encuentro desalentado y preocupado por el hecho de que el Gobierno de Myanmar todavía no haya adoptado medidas significativas como seguimiento de su visita. El mayor motivo de preocupación es el juicio y condena de Daw Aung San Suu Kyi, pese a la conmutación de su condena por parte del Gobierno. Estos hechos son un grave revés para las perspectivas de una reconciliación nacional genuina, para la transición democrática y para el estado de derecho en Myanmar, y contravienen los compromisos del propio Gobierno en este sentido. El hecho de que el Gobierno no haya puesto en libertad a Daw Aung San Suu Kyi es una oportunidad perdida por Myanmar para señalar su compromiso de iniciar una nueva era de apertura política.

Creo que la credibilidad del proceso político seguirá en entredicho a menos que se atienda a tres problemas inmediatos: la puesta en libertad de todos los presos políticos, incluida Daw Aung San Suu Kyi, y su libre participación en la vida política de su país; el inicio del diálogo entre el Gobierno y la oposición y los interesados de los grupos étnicos como elemento necesario de cualquier proceso de reconciliación nacional; y la creación de condiciones propicias para unas elecciones fidedignas y legítimas. Es el momento de que el Gobierno de Myanmar haga frente
a estas preocupaciones a fin de garantizar que el proceso político sirva a los intereses de toda la población de Myanmar, de un modo que sirva para unificar en lugar de dividir y que sea ampliamente aceptable para la comunidad internacional. A este respecto, confío en que el Gobierno adopte las medidas necesarias de conformidad con sus compromisos de velar por que las elecciones sean plenamente incluyentes, participativas y transparentes, y de que se preparen y celebren de acuerdo con las normas internacionales.

Además de la necesidad urgente de abrir el espacio político para que todas las entidades políticas participen libremente en las próximas elecciones, hay cuestiones de igual importancia a mediano y largo plazo que requieren más determinación y compromiso, sobre todo por parte del Gobierno de Myanmar, en cooperación con la comunidad internacional y con el apoyo de ésta. A este respecto, la transición de los acuerdos de cesación del fuego concluidos con una mayoría de los grupos étnicos armados a una paz duradera es fundamental para la estabilidad futura de Myanmar.

Esto requiere que ambos bandos ejerzan la máxima flexibilidad en las negociaciones, que deben responder a sus preocupaciones e intereses respectivos, incluidos los relativos a la situación futura de los grupos armados, la atención a las necesidades de desarrollo local y la reducción de las actividades delictivas en las zonas fronterizas. Asimismo, es fundamental que el Gobierno y los grupos étnicos armados que siguen combatiendo participen en conversaciones sustantivas
conducentes a la cesación sostenible de las hostilidades, en particular en los estados de Kayin y Kayah, donde las informaciones que llegan sobre conflictos armados, así como las violaciones de los derechos humanos y los problemas humanitarios asociados, incluidos los desplazamientos a gran escala de refugiados, siguen preocupando a las Naciones Unidas. La Organización está dispuesta a ayudar a Myanmar a hacer frente a estos desafíos. Abrir y ampliar el espacio político es el mejor modo de garantizar que todos los grupos tengan interés en la paz y la estabilidad duraderas.

De igual importancia para las perspectivas de paz y democracia duraderas es la necesidad de afrontar los apremiantes desafíos humanitarios y socioeconómicos ante los que se encuentra el pueblo de Myanmar. El nivel de cooperación sin precedentes entre Myanmar y las Naciones Unidas y la ASEAN, con el apoyo de la comunidad de donantes, en respuesta al ciclón Nargis ha demostrado que los imperativos humanitarios no están en conflicto con los principios de soberanía y nunca deben quedar supeditados a consideraciones políticas. Aunque la comunidad internacional debe mantener su compromiso de prestar asistencia humanitaria, el Gobierno tiene la responsabilidad de asegurar que continúe la cooperación en curso en las mejores condiciones posibles, y que no se niegue el acceso humanitario a ningún sector de la población que necesite asistencia, esté donde esté.

Liberar el potencial económico del país y aprovechar en beneficio de Myanmar los rápidos avances que se están producido en otros lugares de la región también son fundamentales para superar los niveles de pobreza generalizados, mejorar las condiciones de vida, promover la paz social y allanar el camino para cambios más amplios. Aunque me complacen los esfuerzos del Gobierno para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio, puede y debe hacerse más para fortalecer la capacidad de las instituciones civiles de gobierno, entre otras cosas, invirtiendo en los recursos humanos del país y permitiendo a la sociedad civil y al sector privado participar más
plenamente en el desarrollo del país.

Tal como recalqué públicamente en mi discurso de apertura en Yangon, la participación de las Naciones Unidas en Myanmar se basa en un compromiso común hacia su pueblo, con el fin de permitir a su país encontrar su lugar como miembro responsable y respetado de la comunidad internacional. Si bien Myanmar tiene una historia particular y compleja, los desafíos a los que se enfrenta como país en transición no son excepcionales ni insuperables. Además, Myanmar no es ninguna excepción al consenso de que no puede haber desarrollo sin paz; no puede haber una paz duradera sin un desarrollo sostenible; y no puede haber paz ni desarrollo sin democracia y respeto de los derechos humanos. Ninguno de los desafíos a los que se enfrenta Myanmar hoy en día (políticos, humanitarios y de desarrollo) pueden abordarse de modo aislado y si no se abordan prestando a todos la misma atención pueden menoscabarse las perspectivas de paz, democracia y desarrollo. Por todo ello, Myanmar puede beneficiarse enormemente de la amplia experiencia de las Naciones Unidas, entre otras cosas, en los ámbitos de la gobernanza y la consolidación de la paz. Cuanto más participe y coopere de modo significativo Myanmar con mis buenos oficios con ese fin, más afirmará su soberanía.

A este respecto, observo que, durante el período que abarca el informe, se atendió a la mayor demanda de mis buenos oficios mediante una capacidad proporcionada, en parte, por las contribuciones extrapresupuestarias. Querría aprovechar esta oportunidad para expresar mi agradecimiento a la Comisión Europea por sus contribuciones financieras en apoyo de mis buenos oficios. En este importante momento de la transición de Myanmar, y como parte del amplio carácter multidimensional de las actividades de buenos oficios, la Asamblea General debería
proporcionar recursos suficientes a la Oficina de mi Asesor Especial hasta 2010. Tal como se describe en mi próximo informe sobre las necesidades financieras con respecto a las misiones de buenos oficios, mantener esta capacidad será esencialpara apoyar la aplicación eficaz del mandato de buenos oficios que me sea encomendado.

Mi participación personal en la aplicación del mandato de buenos oficios es la muestra más clara del compromiso de las Naciones Unidas de cooperar con el Gobierno y el pueblo de Myanmar para ocuparse de cuestiones de suma importancia para el futuro del país. A este respecto, celebro el apoyo claro y firme manifestado por la comunidad internacional a la continuación de mi misión de buenos oficios y estoy decidido a mantener mi compromiso personal y la labor de mi Asesor Especial para lograr los objetivos de los buenos oficios, incluida la aplicación del programa de cinco puntos del que hablé con los principales dirigentes de Myanmar. La transición política ofrece una oportunidad única de llevar a cabo un cambio positivo, y la comunidad internacional, incluida la Unión Europea, la ASEAN y los agentes del desarrollo, deben enviar al pueblo de Myanmar un claro mensaje de que no está solo y de que la comunidad internacional está dispuesta a invertir en su futuro, entre otras cosas, mediante modos de apoyar los esfuerzos a más largo plazo para crear un entorno social, político y económico más abierto y mediante mejoras de la gobernanza relacionadas con la paz y el desarrollo económico. Estoy dispuesto a colaborar con todos los interesados y movilizar el apoyo necesario para hacer frente a todos los problemas a que se enfrenta Myanmar.

Un proceso de reconciliación nacional y transición democrática basado en el respeto de los derechos humanos, el diálogo y el entendimiento mutuo ofrece la mejor perspectiva de superar el doble legado de estancamiento político y conflicto armado del país, como condición previa para la paz y el desarrollo. Si bien todos los interesados tienen que cumplir una función y asumir una responsabilidad al mantener una actitud constructiva en beneficio del país, el Gobierno es quien tiene la principal obligación de estar a la altura de los compromisos que ha adquirido con su pueblo: asegurar una transición genuina hacia la democracia y hacia una nación pacífica, moderna y desarrollada. Si no se logra una identificación amplia de la mayoría de la población de Myanmar con la transición política y constitucional se corre el riesgo de agravar más las divisiones y retrasar las posibilidades de alcanzar una paz duradera para todo su pueblo. Por tanto, es el momento de que los líderes de Myanmar tomen decisiones claras y fundamentales. Depende de ellos elegir cómo responder a las aspiraciones de su pueblo y a las expectativas y el aliento de la comunidad internacional.

Estimo que esa decisión puede determinar las perspectivas de paz, democracia y prosperidad para las generaciones futuras.

Secretario de Naciones Unidas