“Esta mujer quiere trabajar y no tiene más remedio que irse. Se
marcha al norte, a riesgo de morir de bala o sed en la travesía de la
frontera, y dice adiós a sus hijos, queriendo decirles hasta luego.
Ya yéndose de Oaxaca, se arrodilla ante la Virgen de Guadalupe,
en su altarcito de paso, y le ruega el milagro:
–No te pido que me des. Te pido que me pongas donde hay”.
Eduardo Galeano.