Una encuesta reciente realizada en China, demuestra que más de la mitad de los clientes chinos ahora tienen menos confianza en los productos lácteos de Nueva Zelanda. Desde el punto de vista de negocios, las inversiones de Fonterra en China andan muy mal.
En el escándalo de la leche en polvo con melamina, Fonterra como dueña del 43 por ciento de las acciones de Sanlu, una de las empresas de productos lácteos más grandes del mundo, ya ha perdido 82 millones de dólares.
De hecho, Fonterra es sólo un ejemplo típico de las innumerables pérdidas experimentadas por empresas occidentales, que invierten miles de millones de dólares en productos chinos baratos, pero que se vuelven ciegos a la naturaleza corrupta del régimen comunista chino. Desafortunadamente, esas inversiones están destinadas a irse por el desagüe desde el principio, porque nadie que comercie con el régimen más totalitario de la historia podrá esperar buenos resultados.
Siempre que los gobiernos o empresas occidentales están preparándose para firmar acuerdos comerciales con el Partido Comunista Chino (PCCh), las organizaciones de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales exaltan activamente el tema de los derechos humanos. Ellos piden a los políticos y a los ejecutivos de alto rango que recuerden el historial de los derechos humanos del PCCh; incluyendo la sustracción de órganos a los practicantes con vida de Falun Gong; la matanza de tibetanos; los arrestos a los defensores de la democracia; continuando con el permanente abastecimiento de armas a Zimbawe; el financiamiento a Burma, a la dictadura militar de Corea del Norte y la protección ofrecida a los propagadores del genocidio en Darfur.
Resulta evidente que el dinero invertido en China es usado por el PCCh para reprimir al pueblo chino y para extender sus tácticas manipuladoras al resto el mundo.
A menudo las compañías occidentales dicen que valoran la “libertad”, “democracia” y “derechos humanos” pero cuando se enfrentan a las atrocidades contra los derechos humanos, rápidamente cambian sus propios principios por las prometedoras ganancias.
Negocios y derechos humanos son términos diferentes pero no pueden separarse. ¿Cómo miraríamos a las empresas extranjeras que hacían negocios con Hitler mientras estaba asesinando a los judíos? Si los negocios y los derechos humanos están completamente aparte, ¿por qué las NU adoptan sanciones económicas en contra de algunas dictaduras?
Cuando los políticos y los ejecutivos de alto rango se vuelven ciegos a las permanentes atrocidades del Partido Comunista Chino, ellos en realidad adormecen sus conciencias, sus normas, para distinguir lo bueno de lo malo.
El antiguo dicho chino “Hacer el bien es recompensado; hacer el mal es castigado”, es similar al dicho occidental “Cosecharás tu siembra”. Aquí hay algunos acontecimientos para reflexionar.
En agosto, líderes occidentales fueron invitados por el PCCh para asistir a los Juegos Olímpicos, un suceso que era ampliamente visto como un esfuerzo del régimen para obtener legitimidad en el mundo. En octubre, el occidente se tropieza con la más estrepitosa caída financiera de la historia.
En abril una delegación de comercio de Nueva Zelanda firma un acuerdo de libre comercio con el PCCh. En octubre Fonterra, la empresa más grande de Nueva Zelanda, se ve enredada en el escándalo de la leche china envenenada.
En octubre, Peter Mendelson, el nuevo Ministro de Comercio del Reino Unido, fue llevado de urgencia al hospital con cálculos en los riñones. Una semana antes, en una de sus últimas conferencias de prensa como Delegado de Comercio de la Comunidad Europea, el señor Mendelson bebió en cámara un vaso de yogurt chino diciendo, “continuaré tomando mi producto lácteo favorito, que disfruto y no me pone nervioso”.
Si Shakeaspeare estuviera vivo, probablemente hubiera dicho “Dinero o conciencia: ésa es la cuestión”.