lunes, 9 de febrero de 2009

Colándose en los dominios de los maleantes por Nicholas D. Kristof

ANTES DE entrar a Myanmar desde Tailandia, tallas tus bolsas para eliminar cualquier indicación de que pudieras estar participando en algún mal pernicioso, como espionaje, periodismo o la promoción de los Derechos Humanos.

Después, sales del poblado tailandés de Mae Sot y cruzas por el “puente de la amistad”, blanco y reluciente, hasta el puesto de inmigración de Birmania, del otro lado. Cuando entres a Myanmar (que tradicionalmente ha sido conocida como Birmania), ajusta tu reloj: Myanmar está adelantado 30 minutos y 50 años atrás.

De hecho, el gobierno de Myanmar ya es uno de los más brutales en todo el mundo, y en meses recientes se ha vuelto incluso más represivo.

Un blogger o diarista en línea, Nay Phone Latt, fue condenado a 20 años de cárcel. Un reconocido comediante, Zarganar, fue condenado a 59 años. Un ex líder estudiantil, Min Ko Naing, superviviente a varios años de tortura y confinamiento solitario, fue condenado a 65 años hasta ahora y enfrenta condenas adicionales que pudieran totalizar 150 años.

“En términos políticos, la situación definitivamente está empeorando”, comentó David Mathieson, experto en Myanmar por el grupo Human Rights Watch que vive en la frontera entre Tailandia y Birmania. “Ellos sencillamente han enviado a cientos de personas que deberían ser agentes del cambio a cumplir largas condenas en la cárcel”.

Una nueva presidencia en Estados Unidos es un momento útil para revisar la política hacia Myanmar, y la verdad es que el enfoque de Occidente ha fallado. La junta birmana ha gobernado de manera despótica desde 1988, ignorando las elecciones democráticas. Desde ese momento, las sanciones no han tenido efecto alguno para moderar al régimen.

Albergo gran respeto por Aung San Suu Kyi, la extraordinaria mujer que ganó un Premio Nobel de la Paz por enfrentar a los maleantes del país. Sin embargo, el mejor uso que se podría dar actualmente a su valentía sería aceptar que las sanciones comerciales que ella promovió no han logrado nada más que empobrecer incluso más a su propio pueblo. Al igual que con Cuba y Norcorea, el aislamiento de un venal régimen normalmente lastima a los inocentes y contribuye a que los maleantes se mantengan en el poder.

Más bien, la mejor apuesta está en sanciones financieras que apunten específicamente a individuos que tienen vínculos cercanos con el régimen; así como, más aún, una severa represión de las importaciones de armas de Myanmar.

“Sería en verdad difícil lograr la aprobación de un embargo de armas en el Consejo de Seguridad, pero eso es algo que realmente va al núcleo de cualquier régimen militar”, destacó Mathieson. “Les quitas las herramientas de su propio engrandecimiento y represión”.

El presidente George W. Bush intentó ayudarles a disidentes birmanos, pero no contaba con nada de capital internacional. La administración Obama, por contraste, tiene la oportunidad de encabezar una iniciativa internacional enfocada a reducir las importaciones de armas de Birmania y llevar al régimen a la mesa de negociaciones.

Las armas de Myanmar han llegado de o a través de China, Rusia, Ucrania, Israel y Singapur, al tiempo que Rusia incluso le está vendiendo un reactor nuclear a Myanmar, notó Mathieson.

Al cruzar de Tailandia a Myanmar, se cruza por un túnel del tiempo. Sales del bullicio y dinamismo de Tailandia y encuentras un lugar estancado y atrasado de automóviles antiguos y chozas junto a drenajes abiertos.

Encontré dificultades para entrevistar a la gente en Myanmar, ya que estuve viajando como turista con dos de mis hijos (y mi esposa está harta de que nuestros hijos sean arrestados conmigo estando en dictaduras). Con todo, llegamos al hospital Myawaddy, que tenía una escasez tan notable de personal que nadie nos detuvo mientras avanzamos a través de alas llenas de pacientes abandonados.

El negocio más floreciente que vimos del lado birmano pertenecía a un encantador de serpientes que había abierto sus operaciones temporales afuera de un templo. Al momento que una muchedumbre se reunió, un soldado armado corrió hacia el lugar, alarmado, para después relajarse al ver que la única amenaza para el orden público era una cobra.

En Mae Sot, Tailandia, visité a ex prisioneros políticos de Birmania, como el valiente Bo Kyi. Ellos están en riesgo de ser asesinados por sicarios del gobierno birmano, pero incluso así están promoviendo con determinación una comentario por el cambio.

Igualmente inspiradores son la “Patrulla Liberen Birmania”, cuyos integrantes arriesgan sus vidas para introducirse furtivamente en el campo en misiones de varios meses, a fin de suministrar cuidado médico y documentar abusos a los Derechos Humanos.

Un valeroso estadounidense que trabaja con el grupo, quien solicitó que su nombre no fuera empleado por razones de seguridad, se comunicó conmigo a través de un teléfono satelital desde su escondite en las profundidades de Myanmar. Él sabe que el gobierno birmano lo matará si lo captura, pero incluso así se queda para reunir fotografías y otras pruebas de cómo soldados birmanos están reclutando a pobladores de la etnia karen para trabajos forzados, al tiempo que están violando a mujeres y niñas. Un reciente caso que describió la “Patrulla Liberen Birmania” involucró a una niña de siete años de edad, la cual fue violada, y después asesinada.

El valor de estas personas que buscan un nuevo Myanmar es infeccioso e inspirador. En esta nueva Administración, ayudémosles, y veamos si con nuevos enfoques, (los estadounidenses) podemos derrocar a uno de los regímenes más abominables del mundo.

* Columnista de ‘The New York Times’, dos veces ganador del Premio Pulitzer. c.2008 - The New York Times News Service.