miércoles, 8 de octubre de 2008

Betancourt defiende ante la Eurocámara el valor del diálogo y la palabra para "salvar vidas"

La ex candidata presidencial colombiana, Ingrid Betancourt, que estuvo secuestrada por la guerrilla de las FARC durante más de seis años, defendió hoy en un discurso emocionado ante el pleno del Parlamento Europeo el valor de la palabra y el diálogo para poner fin a la guerra en el mundo y para salvar vidas humanas.

"Es necesario que hablemos, es indispensable reconocer el derecho de los otros a ser escuchados, no porque tengan razón o estén equivocados, no porque sean buenos o malos, sino porque hablando podemos salvar vidas humanas", dijo Betancourt, cuyo discurso fue interrumpido en numerosas ocasiones por los aplausos de los eurodiputados.

"Gracias a la palabra que sale de lo más profundo de nuestro ser haremos la paz, con ella preservaremos la libertad de todos, gracias a ella comenzaremos a construir una nueva civilización, la del amor", insistió la ex candidata presidencial.

Betancourt agradeció a los eurodiputados que se acordaran de ella durante los "años difíciles" de su secuestro y que lucharan por su liberación. Recordó que desde la selva escuchó en una ocasión por la radio un debate sobre la situación en Colombia. "Gracias a ustedes, comprendí hace más de cinco años que no estábamos solos", dijo a los parlamentarios.

También les reclamó que continúen trabajando para conseguir la liberación de todos sus compañeros de secuestro y los nombró uno por uno. Y tuvo un recuerdo para la líder opositora birmana Aung San Suu Kyi y para el soldado israelí Gilad Shalit. "Deben saber que, hasta que ellos no sean libres, cada uno de nosotros se sentirá prisionero", aseguró.

Betancourt tuvo que interrumpir en dos ocasiones su discurso, de casi una hora de duración, porque la emoción y las lágrimas le impedían continuar. La primera vez fue al evocar una carta a su hija con ocasión de su 15 cumpleaños que ella olvidaba haber escrito pero que a la joven le había servido para recordar a su madre.

La segunda vez que el llanto embargó a Betancourt fue cuando recordó, uno por uno, a sus compañeros de secuestro que todavía no han sido liberados, y que viven "asediados por toda clase de monstruos que les persiguen sin descanso". Los parlamentarios la animaron a seguir con sus aplausos.