El tristemente célebre antiguo Penal de El Puerto fue el punto de partida elegido simbólicamente por la plataforma 'Birmania por la Paz' para iniciar una campaña internacional de denuncia de la violación de los derechos humanos en el país asiático y reclamar la libertad de la presidenta electa Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz, depuesta por una junta militar que gobierna a la población mediante una férrea dictadura. "Birmania es un penal, y esto es un ejercicio para visualizar un nuevo escenario y transformar el país con valores artísticos", anunció Concha Pinós, la presidenta de la plataforma, que se mostró convencida de que "es posible una revolución no violenta" y calificó a la depuesta presidenta como "la Gandhi birmana". Hasta 450 personas, entre ellos el equipo de Gobierno, asistieron a la velada musical, celebrada en el claustro del Monasterio de la Victoria, y cuyo acceso se realizó previo abono de una entrada cuyos fondos serán para los desplazados por el ciclón Nargis y la causa de la resistencia pacífica de la 'revolución azafrán', en la que participaron los monjes budistas.
Abrió el acto la presidenta de la Fundación Alberti, María Asunción Mateo, quien subió al escenario, adornado con claveles y tules de color naranja, para recitar unos versos del poeta portuense contra la dictadura militar chilena, en la convicción de que al igual que denunció entonces el golpe de estado de Pinochet "hoy también lo haría sobre la injusta violación de los derechos humanos en Birmania".
Acto seguido, Jesús Fernández Palacios abrió el turno de los poetas de la Fundación Caballero Bonald. "Queremos poner nuestro granito de arena por Birmania, porque la poesía tiene que estar comprometida con la sociedad y con la libertad en el mundo", destacó la gerente de la fundación, Pepa Parra. El cantaor David Palomar fue el encargado de cambiar de registro, animando a los asistentes con Alegrías de Cádiz, para dar entrada al periodista Juan José Téllez, que elogió el sitio elegido para iniciar la campaña: "Buen lugar el templo de una antigua cárcel para pedir la libertad", señaló el poeta.
Ya sobre las tablas y guitarra en mano, Javier Ruibal puso el punto álgido a la velada, invitando al público a "tomar conciencia de que en otro rincón del mundo otro humano se dedica a machacar a sus semejantes". Ofreció varias canciones para denunciar el uso de niños soldados por la junta militar en Birmania y concluyó con un homenaje a la ciudad de La Habana.