Yangon, 29 abr (PL) Un atentado suicida y un temblor de 5.5 grados en la escala de Richter sacudieron hoy Myanmar, aunque sin alterar la estabilidad que mantiene con mano férrea la gobernante Junta Militar.
Un detenido, que era interrogado en la norteña Demawso, detonó una bomba, se mató en el acto e hirió a cuatro policías, en el séptimo incidente dinamitero de abril en la antigua Birmania.
Nadie se explica -y la Policía menos- cómo llegó el explosivo a manos del suicida, pero se especula que su arresto está relacionado con las polémicas elecciones convocadas para fines de año.
Casi a la vez, un moderado sismo ocurrió en la madrugada a unos 90 kilómetros al sur de Sittwe, sin que se reportaran de inmediato daños materiales o víctimas humanas.
Por el contrario, el proyecto hidroeléctrico de Thaukyegat sí sufrió daños considerables el pasado martes, tras la explosión de tres granadas que hirieron a cuatro operarios de la planta.
La compañía encargada de la obra, Asia World Construction, está vinculada a una controversial represa en Kachin, azotada a inicios de mes por atentados similares, que hirieron a un ingeniero.
A mediados de abril, tres bombazos sembraron el terror en el tradicional Festival del Agua en Yangon, con saldo de 10 muertos y unos 170 heridos.
Las autoridades de Myanmar han arrestado a varios sospechosos de los ataques, pero fiel a su política, el resultado de la pesquisa es guardado en absoluto secreto.
La Junta Militar suele achacar tales atentados a grupos étnicos que reclaman autonomía, o a opositores exiliados.
Estos ataques alteran la preparación de unos comicios generales, criticados por selectivos y porque parecen diseñados para mantener al régimen que gobierna desde 1962, pero con una fachada civil.
De hecho, la víspera se filtró una masiva renuncia de ministros a su actual condición militar para contender como civiles, sin afectar la cuota parlamentaria reservada para las Fuerzas Armadas.