"Debemos guardar silencio para poder escuchar. Tenemos que escuchar para poder aprender. Debemos aprender para prepararnos. Y tenemos que prepararnos antes de poder servir. Y servir antes de poder liderar."
William Arthur Ward
La reflexión siempre ha sido precursora de la acción inteligente. Hoy vivimos un período de emergencia humana sin precedente. Estamos ante la encrucijada de un nuevo momento en la historia evolutiva de la humanidad. Por un lado tenemos el poder de construir y cuidar o de destruir y ser indiferentes, la tecnología para sanar y apoyar a nuestros semejantes, o para vivir una vida vacía de vanidades sin riendas.
Este dilema ético ha estado presente siempre en nuestra condición humana, pero hoy se intensifica gracias a la tecnología moderna que hace que las consecuencias de nuestras decisiones puedan ser fatales para millones de personas. Nunca antes las consecuencias de nuestras acciones podían haber tenido un impacto tan terrible. Nunca antes tampoco tantos habían estado conscientes de la inseparabilidad de nuestra existencia, de las consecuencias de la indiferencia y del alcance de nuestro egoísmo.
Hoy sin embargo se propaga por el mundo un florecimiento de la esperanza, un movimiento de gentes que quieren conectar su humanidad, compartir su visión de un mundo mejor, al irse dando cuenta que la conciencia desarrollada a través de la evolución y la historia humana ha alcanzado hoy un fulcro un punto de partida donde yacen los instrumentos para una verdadera conectividad.
Hoy el movimiento de cambio global está más fragmentado que nunca. Aun aquellos de nosotros que proponemos alianzas y coaliciones, las fuerzas de coordinación del cambio, continuamos partiendo de las inercias del antiguo paradigma, donde se establecen fronteras y se proyecta una identidad de marca.
William Arthur Ward
La reflexión siempre ha sido precursora de la acción inteligente. Hoy vivimos un período de emergencia humana sin precedente. Estamos ante la encrucijada de un nuevo momento en la historia evolutiva de la humanidad. Por un lado tenemos el poder de construir y cuidar o de destruir y ser indiferentes, la tecnología para sanar y apoyar a nuestros semejantes, o para vivir una vida vacía de vanidades sin riendas.
Este dilema ético ha estado presente siempre en nuestra condición humana, pero hoy se intensifica gracias a la tecnología moderna que hace que las consecuencias de nuestras decisiones puedan ser fatales para millones de personas. Nunca antes las consecuencias de nuestras acciones podían haber tenido un impacto tan terrible. Nunca antes tampoco tantos habían estado conscientes de la inseparabilidad de nuestra existencia, de las consecuencias de la indiferencia y del alcance de nuestro egoísmo.
Hoy sin embargo se propaga por el mundo un florecimiento de la esperanza, un movimiento de gentes que quieren conectar su humanidad, compartir su visión de un mundo mejor, al irse dando cuenta que la conciencia desarrollada a través de la evolución y la historia humana ha alcanzado hoy un fulcro un punto de partida donde yacen los instrumentos para una verdadera conectividad.
Hoy el movimiento de cambio global está más fragmentado que nunca. Aun aquellos de nosotros que proponemos alianzas y coaliciones, las fuerzas de coordinación del cambio, continuamos partiendo de las inercias del antiguo paradigma, donde se establecen fronteras y se proyecta una identidad de marca.