El Gobierno se marca como uno de los objetivos dentro de su política en Asia durante la presente legislatura el acercamiento a Corea del Norte en el plano diplomático, social y cultural, para ir dando "contenido" a la relación con uno de los países más cerrados del mundo.
Este reto se recoge en el II Plan Asia- Pacifico, presentado por el Ministerio de Asuntos Exteriores el pasado mes de marzo y con el que se pretende afianzar la presencia de España en los principales países de este continente y explorar nuevas vías de entendimiento con otros con los que hay pocos vínculos.
España mantiene relaciones diplomáticas con Corea del Norte desde febrero de 2001, aunque apenas ha habido contactos desde entonces al haber delegado en la UE la política hacia este país.
El Gobierno considera prioritario que haya signos de buena voluntad en el proceso de desnuclearización norcoreano, a lo que no contribuye el lanzamiento el pasado día 5 de un cohete que ha suscitado el malestar de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
Exteriores se ha sumado a la condena por ser una provocación que enturbia el entorno de seguridad en la región y poner en duda la voluntad del régimen de Kim Jong-il de cesar su programa nuclear.
Sólo si hay avances en esta cuestión en la mesa de diálogo a seis -EEUU, Rusia, China, Japón y las dos Coreas-, España cree que se puede "adoptar una posición más activa" y dar "contenido" a la relación bilateral, sin "destacar por encima de la media europea", según se afirma en el Plan Asia-Pacífico.
El acercamiento pasaría por dar "cierta continuidad" a las visitas políticas a través de los representantes diplomáticos, sin que haya intención de que viajen miembros del Gobierno, algo que nunca ha ocurrido.
En el caso de España, la Embajada de Corea del Sur es de la que depende la relación con Pyongyang, aunque está pendiente que el nuevo embajador en Seúl, Juan Leña, entregue sus cartas credenciales en el país vecino en próximas fechas.
El Gobierno tiene, incluso, voluntad de acreditar un agregado de defensa en Seúl ante Pyongyang, si bien esta medida está aún en estudio, como se especifica en el Plan.
En correspondencia, se ve con buenos ojos la invitación de autoridades norcoreanas y del Partido de los Trabajadores a eventos multilaterales organizados por España.
Un ámbito importante para el Ministerio de Exteriores es el cultural, al considerar que ayudaría a "sentar unas bases de confianza" y "redundar en beneficio directo de la sociedad norcoreana".
El salto en este campo sería la firma de un eventual tratado de cooperación cultural y educativa, además de otra acciones como fomentar el estudio del español, la participación de películas españolas en el festival de cine anual de Pyongyang y la celebración de actos en Casa Asia.
El Gobierno quiere además seguir prestando ayuda en caso de catástrofes como las graves inundaciones ocurridas en agosto de 2007.
El III Plan Asia-Pacífico también se ocupa del caso de Birmania, otro país hermético y con el que España ve menos margen de acercamiento mientras persista su dictadura militar.
Para paliar este vacío diplomático, se aboga por reforzar la interlocución con la oposición democrática y respaldar la política de la ONU y la UE en pro de la democratización del país.
En opinión de Exteriores, una Birmania "'normalizada' e insertada en su contexto regional" puede llegar a ser un socio político y económico importante, "por lo que se hace aconsejable planificar" una presencia "en función de la evolución de los escenarios posibles".