miércoles, 19 de marzo de 2008

SE BUSCAN NIÑOS PARA PALIAR DESERCIONES MILITARES por Marwaan Macan-Markar


BANGKOK, mar (IPS) - La oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Birmania había recibido pocas denuncias de niñas y niños incorporados al ejército por la fuerza hasta septiembre de 2007, pero todo cambió desde entonces.

La OIT documentó en detalle la nueva tendencia visible a partir ese mes, cuando la dictadura birmana reprimió brutalmente manifestaciones pacíficas encabezadas por miles de monjes budistas.

Antes de noviembre de 2007, la mayoría de las denuncias en materia de trabajo forzado "tenían que ver con empleos públicos para el gobierno local, y eran muy pocos los casos vinculados al ejército y al reclutamiento de menores", señala el informe enviado al Consejo de Administración de la OIT, reunido en su sede de Ginebra.

Pero "el patrón se revirtió desde septiembre, y la mayoría de las denuncias están vinculadas con el ejército y con el reclutamiento de niños", indica el estudio, preparado por la oficina de la OIT en la meridional ciudad birmana de Rangún.

Lo sucedido a un adolescente de 14 años en octubre de 2007 puede ser un ejemplo típico. Cuando se dirigía a un mercado de Rangún para ayudar en el negocio de su hermano mayor fue detenido y llevado en un camión del ejército a una oficina de reclutamiento.

La OIT admite que sus registros de adolescentes obligados a sumarse a filas de las Tatmadaw, nombre dado a las fuerzas armadas, no se corresponden totalmente con la realidad. "Creemos que las denuncias que nos llegaron no dan cuenta de la magnitud del problema. Es la punta del iceberg", reconoció Steve Marshall, coordinador de OIT en Rangún.

"Existen intermediarios que recurren a la fuerza o a artimañas para reclutar niños", explicó. "Presentamos una queja ante las autoridades del gobierno y obtuvimos una rápida respuesta: un niños liberado y un funcionario castigado".

Pero organizaciones de derechos humanos advierten a la comunidad internacional sobre no dejarse engañar por las promesas de la junta gobernante de terminar con ese flagelo. La organización británica Burma Campaign UK (Campaña por Birmania), con sede en Londres, calificó de "sin sentido" la afirmación de un periódico estatal acerca de que "cientos de niños habrían sido devueltos a sus familias en los últimos años".

La junta militar creó en 2004 un grupo de trabajo con poder para abordar el asunto en respuesta a las crecientes críticas de la comunidad internacional. Pero el trabajo de la Comisión para la Prevención del Reclutamiento de Niños Soldados fue deficiente, con más declaraciones regulares tendientes a desacreditar las denuncias al respecto que intenciones de ayudar a frenar la violación a los derechos laborales y de los menores.

Un informe divulgado por la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) en noviembre de 2007 confirmó el fracaso de la comisión especial en su intento de que los menores no fueran reclutados por las Tatmadaw. "Niños de tan sólo 10 años son perseguidos por el ejército birmano y amenazados con ser detenidos o golpeados si se niegan a incorporarse", denunció HRW, con sede en Nueva York.

"A veces se obliga a los niños soldados a participar en violaciones a los derechos humanos, como incendiar aldeas y usar civiles para trabajos forzados", indica el informe, titulado "Vendidos para ser soldados: el reclutamiento y el uso de niños soldados en Birmania". "Los que intentan escapar o desertar son golpeados, reclutados a la fuerza o encarcelados", añade.

El tono lúgubre de ese informe se asemeja al de otro realizado por la misma organización en 2002, titulado "Mi arma es mi altura". En este se estimaba que podían haber "70.000 o más niños en el ejército de Birmania, entre los 350.000 soldados que se cree tiene la fuerza".

El terreno de caza de los encargados de atrapar niños no cambió mucho en los últimos cinco años. Soldados y civiles a los que se encomienda la tarea van a mercados, estaciones de ferrocarril y de autobuses, terminales de transbordadores, calles y festivales. En cambio, la recompensa por el reclutamiento forzado cambió. Algunos reciben unos 25 dólares en efectivo o una bolsa de arroz por menor capturado.

La brecha entre la retórica de la junta y la realidad de ese país de Asia sudoriental es flagrante, señaló David Scout Mathieson, consultor de HRW para Birmania. "Hay una enorme desconexión entre las leyes y normas creadas por el régimen y la realidad", arguyó.

"El amplio reclutamiento forzado de menores forma parte de un sistema mercantil. Los batallones tienen que cumplir con su cuota de nuevos integrantes y si lo logran son recompensados", explicó Mathieson.

La desesperación de la junta por conseguir niños para engrosar las filas de las Tatmadaw obedece a un cambio de política ocurrido en 1988. Miles de personas manifestaron ese año en defensa de la democracia desafiando al gobierno militar, en el poder desde el golpe de Estado de 1962. El ejército respondió con balas y mató a unos 3.000 civiles desarmados.

Poco después, las Tatmadaw, entonces una fuerza mucho más pequeña y sin niños soldados, recibió la orden de ampliarse para fortalecer el poder militar y pasó de unos 180.000 efectivos a casi 400.000, al menos en los papeles.

Además, las Tatmadaw fueron sacudidas por una gran deserción, que se suma a la cantidad de soldados que pierde por el conflicto étnico que libra en la frontera. "Un comandante asignado al norte informó que, en 2006, el ejército perdió en cuatro meses una brigada entera por deserción", indicó Win Min, académico de la Universidad de Payap, en el norte de Tailandia. "Son más de 3.000 soldados por la composición que tiene un batallón en Birmania".

El año anterior fue peor. Los registros internos del ejército muestran que en un periodo de cuatro meses en 2005, las Tatmadaw sufrieron 4.701 deserciones en todo el país. "La situación pudo haber empeorado a fines del año pasado. El ejército pudo haber perdido unos 15.000 efectivos en 2007", estimó Win Min.

Y no se sabe aún cuantos soldados desertaron del ejército tras la orden de disparar contra los reverenciados monjes budistas, que encabezaron las manifestaciones de septiembre de 2007 contra la inesperada alza del precio de los combustibles en 500 por ciento. "Esa información podría surgir en la próxima reunión de comandantes, que no se realiza desde mayo del año pasado", apuntó. (FIN/2008)