Imagínate que vives en un país que no reconoce tu derecho a la ciudadanía, y que tu pueblo ha tenido que mantenerse en silencio durante siglos. Si eso no fuera bastante además se han violado tus derechos de identidad étnica, vives en uno de los regimenes dictatoriales del mundo donde los “derechos humanos “se consideran un cuento de Navidad. Es como una pesadilla intentar que los más de dos millones de personas tengan reconocimiento internacional, mientras tanto tu pueblo sigue siendo forzado a buscar asilo, pero hay aún una línea más alta que tienes que superar y es la xenofobia, la discriminación, la intolerancia y el racismo, porque eres musulmán.
Las victimas de esta historia se llaman Rohingya, forman parte de los Pueblos de Birmania. Pero su color, su religión, su etnia, su lengua y su cultura son de las más perseguidas del planeta. El régimen militar birmano ha denegado su derecho a la ciudadanía, les ha considerado ilegales e invitado a huir a Bangladesh, moviéndose hacia el Estado de Arakan, durante la ocupación Británica del s XIX. ¿Hay algo de verdad en estas alegaciones contra este pueblo? ¿Aplica
La historia ya nos ha enseñado que
Los Rohingyas se enfrentan a una cruel restricción de matrimonio, pueden ser arrestados si salen de su aldea, no tienen derecho a la tierra ni a la propiedad. Tienen restringidos los derechos educativos, laborales, sanitarios. Están sujetos a la confiscación de sus pocos bienes, ven destruidas sus mezquitas, pequeñas tiendas, y cada día enfrentan una autentica persecución religiosa.
Están sujetos al arresto, tortura, juicios sin defensa. Forzados a la esclavitud. Obligados a convertirse al Budismo o trabajar para el gobierno.