Aung San Suu Kyi se ha convertido en un símbolo internacional de resistencia pacífica frente al poder de facto.
Para los habitantes de Birmania, esta mujer de 62 años representa quizás la única esperanza de que algún día llegue a su fin el régimen militar en el país.
Como activista a favor de las libertades y líder de la opositora Liga Nacional para la Democracia, ha pasado 11 de los últimos 18 años bajo detención de algún tipo por orden del régimen militar birmano.
Sus esfuerzos por llevar la democracia a Birmania hicieron que en 1991 se le otorgara el Premio Nobel de la Paz.
En la presentación del galardón, el presidente del comité que lo entrega, Francis Sejested, dijo que Aung San Suu Kyi es "un ejemplo extraordinario del poder de los que no tienen poder".
Regreso a Birmania
Tras un periodo en el extranjero, Aung San Suu Kyi regresó a Birmania en 1988.
Poco después de su vuelta, fue puesta bajo arresto domiciliario en su hogar en Rangún, hasta que fue liberada en 1995.
En septiembre de 2005 fue recluida de nuevo en su casa tras intentar viajar a la ciudad de Mandalay.
Fue liberada en mayo de 2005, pero tan sólo un año después fue encarcelada después de un enfrentamiento entre sus seguidores y un grupo de partidarios del gobierno.
Tras una operación quirúrjica, en septiembre de 2003 se le permitió regresar a casa, aunque de nuevo bajo arresto domiciliario.
Durante estos periodos de confinamiento, Aung San Suu Kyi se ha dedicado a estudiar y a practicar ejercicio.
En años recientes, ha podido mantener reuniones con algunos miembros de su partido y con diplomáticos extranjeros, como el enviado especial de Naciones Unidas, Razali Ismail.
Sacrificios personales
Aung San Suu Kyi ha pasado buena parte de su arresto confinada en solitario y ha sido obligada a realizar importantes sacrificios personales.
Rechazó visitar a su marido moribundo en el Reino Unido por miedo a que no la dejasen regresar a Birmania.
En repetidas ocasiones ha dicho que su detención ha hecho que esté todavía más resuelta a dedicar el resto de su vida a representar a los habitantes de Birmania.
Gran parte de su carisma proviene del hecho que es hija del general birmano Aung San, héroe de la independencia del país.
Éste fue asesinado en julio 1947, seis meses antes de la independencia.
En 1960 Aung San Suu Kyi viajó a India con su madre Daw Khin Kyi, quien había sido nombrada embajadora en Nueva Delhi.
Cuatro años más tarde se trasladó a Oxford, en el Reino Unido, donde estudió filosofía, ciencias políticas y economía. Allí conocería a su futuro marido, el académico británico Michael Aris.
Tras una estancia en Japón y Bután, se radicó en el Reino Unido para criar a sus dos hijos.
Pero Birmania nunca estuvo lejos de su pensamiento.
Regreso a Birmania
Cuando llegó a Rangún en 1988, inicialmente para cuidar a su madre enferma, el país estaba en medio de un periodo de agitación política.
Cientos de estudiantes, trabajadores y monjes tomaron las calles para exigir una reforma democrática.
Aung San Suu Kyi se situó pronto a la cabeza de una revuelta contra el gobernante de facto Ne Win.
Inspirada por las campañas de la no violencia de personajes como Martin Luther King o Gandhi, organizó manifestaciones y viajó por todo el país pidiendo reformas democráticas pacíficas y elecciones libres.
Pero las manifestaciones fueron reprimidas brutalmente por el ejército, que tomó el poder en un golpe de Estado el 18 de septiembre de 1988.
El gobierno militar convocó elecciones nacionales en mayo de 1990.
Aung San Suu Kyi encabezó la Liga Nacional para la Democracia en esos comicios.
Pese a que su partido obtuvo una victoria arrolladora, Aung San Suu Kyi fue detenida y el resultado electoral nunca fue reconocido por los militares.