En lugar de eso la premio Nobel de la Paz lleva años de arresto domiciliario completamente ilegal. Ahora la inoportuna visita, no deseada, de un americano a su casa en Rangún, quién sabe si no ha sido todo tramado por la propia junta, la ha enviado, enferma, a lnsein, una cárcel notoria por sus muertes, mutilaciones y abusos.
No sé si servirá de algo toda la presión internacional para liberarla, pero lo que está claro es que no podemos quedarnos callados. Nuestro Gobierno debería unirse a las denuncias que otros Gobiernos han hecho de la situación.
Aunque mucha gente no haya oído hablar de ella me atrevo a afirmar que el mundo no se puede permitir perder a La Dama; no a manos de los militares.