Hay 2 millones y medio de personas afectadas por el Ciclón Nargis, sin refugio, agua potable ni comida, expuestos a unas epidemias que se recrudecerán con la llegada de las lluvias monzónicas. Mientras, la Junta Militar ve la muerte y la pobreza como algo totalmente normal, en palabras de un oficial del gobierno: " Los occidentales no entendéis que la gente del Delta esta acostumbrada a no tener agua potable ni comida". La Junta ha puesto controles en todas las carreteras para detener y deportar a todos los occidentales que encuentren. Siguen impidiendo que periodistas y expertos en ayuda internacional visiten las zonas afectadas.
Los propios Birmanos, no confían en entregarle las donaciones a la junta, así que simplemente conducen por las zonas afectadas lanzando paquetes de patatas y dulces a la gente que espera a los bordes de las carreteras. A pesar de ser un acto loable, no es la ayuda coordinada y metódica que una catástrofe de esta magnitud requiere.
Gordon Brown, primer ministro de Gran Bretaña ha acusado a la Junta Militar de crear una situación intolerable con una negligencia inhumana hacia sus propios ciudadanos.