El régimen accedió ayer a que todo el personal de la ONU pueda entrar en el país casi un mes después de la catástrofe, pero HRW consideró en un comunicado que eso no es suficiente y debe suspender las restricciones para todos los empleados de las agencias de ayuda humanitaria.Según datos de Naciones Unidas, apenas un millón de personas, menos de la mitad de la cifra estimada de damnificados, ha recibido el material de emergencia, mientras las autoridades birmanas insisten en pasar a la segunda fase de reconstrucción.'Ayudar a esta gente es prioritario sobre la agenda política de los generales, quienes mediante las trabas a la llegada de ayuda internacional demuestran que siguen oprimiendo a su pueblo incluso durante una tragedia de esta magnitud', aseguró el responsable para Asia de HRW, Brad Adams.El grupo defensor de los derechos humanos también exigió a la Junta Militar que permita atracar en el puerto de Rangún a los navíos militares cargados de toneladas de ayuda de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, que llevan semanas esperando en el Mar de Adaman.Por otra parte, saludó el hecho de que el Gobierno birmano deje por fin a sus propios ayudantes repartir arroz y otros artículos en el delta del río Irrawaddy, la zona más afectada por la tormenta y donde hasta hace dos días estaba prohibido repartir ayuda sin una autorización oficial.Finalmente, HRW pidió a los países donantes que acudieron el pasado fin de semana a la conferencia de Rangún no se dejen manipular por los generales, quienes les acusan de politizar la respuesta solidaria de la comunidad internacional.El ciclón que asoló hace casi un mes el sur de Birmania causó al menos 134.000 muertos y desaparecidos, y las autoridades estiman que necesitarán unos 11.000 millones de dólares (7.100 millones de euros) para llevar a cabo la reconstrucción del delta.