Occidente censuró este sábado duramente el rechazo de la junta militar birmana a aceptar la ayuda humanitaria internacional y calificó esta postura como un "crimen contra la Humanidad", en palabras del canciller francés Bernard Kouchner.
Estas críticas coincidieron con un ligero gesto de apertura de las autoridades birmanas al permitir el sábado, dos semanas después de la catástrofe, el ingreso al país de médicos asiáticos para asistir a los damnificados por uno de los desastres naturales más trágicos de la historia reciente, con más de 134.000 muertos y desaparecidos.
El presidente estadounidense, George W. Bush, prorrogó por un año las sanciones impuestas al régimen birmano en 1997.
Miembros de la Cámara de Representantes reclamaron a Bush una "intervención humanitaria" en Birmania. En un mensaje al Congreso, Bush precisó que la prórroga de las sanciones "no dificultará" la ayuda del pueblo estadounidense a los afectados por el Nargis.
Una parte de esta ayuda pudo entregarse el viernes a las ONG. Cuatro nuevos aviones aterrizaron el viernes en Rangún y otros tantos lo harán este fin de semana, anunció el portavoz Sean McCormack.
El primer ministro británico, Gordon Brown, calificó de "inhumano" e "intolerable" el trato que la junta dispensa a su población. También denunció ante la BBC a "un régimen que no reacciona ni autoriza a la comunidad internacional a hacer lo que desea".
Brown (Birmania fue colonia británica hasta 1948) exigió a la junta que cese de impedir la entrada de ayuda internacional. "Hay una responsabilidad del régimen birmano y deberá rendir cuentas", advirtió.
El canciller francés, Bernard Kouchner, fue más allá y calificó la posición de la junta militar como "un crimen contra la Humanidad".
En una carta dirigida a los presidentes de Estados Unidos y Francia y al primer ministro británico, el premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, acusó al gobierno de Rangún de "declarar la guerra contra su propio pueblo" y de "cometer crímenes contra la Humanidad".
El embajador francés en la ONU, Jean-Maurice Ripert aseguró por su parte que lo que está ocurriendo "es inaceptable, la ayuda no llega y actualmente la gente se muere, no solamente por el ciclón sino por el rechazo de las autoridades birmanas a autorizar la ayuda internacional".
"Decenas de miles de vidas se han perdido, pero podrían perderse otros cientos de miles", alertó.
Al mismo tiempo, el "Mistral", barco de la marina nacional francesa, llegó a las costas birmanas, pero por el momento no se ha logrado un acuerdo sobre la entrega del cargamento humanitario, según el Estado Mayor del ejército francés.
Ripert protestó el viernes cuando el representante de Birmania en la ONU reprochó a París haber enviado un "barco de guerra".
Birmania permitirá durante el fin de semana la entrada al país de 160 médicos y enfermeras asiáticos, a los que se sumarán otros conformando el mayor grupo de expertos extranjeros con la misión de ayudar a unos dos millones de damnificados.
Signo de la tímida apertura del régimen, la junta llevó en helicóptero, por primera vez, a diplomáticos y representantes de la ONU hacia zonas del delta del Irrawaddy devastadas el 3 de mayo por el Nargis.